Entre casi 35,000 mujeres inicialmente sanas que fueron seguidas durante unos 20 años, aquellas con fibrilación auricular de nueva aparición tenían un mayor riesgo de desarrollar cáncer.
La fibrilación auricular, la arritmia cardíaca más común, se asocia con un mayor riesgo de complicaciones cardiovasculares graves.
Una proporción sustancial de pacientes con fibrilación auricular muere por causas no cardiovasculares, y estudios recientes han indicado un vínculo entre la fibrilación auricular y la enfermedad del cáncer.
En un estudio, los investigadores del Hospital Universitario de Basilea en Suiza incluyeron un total de 34,691 mujeres que tenían al menos 45 años y no tenían fibrilación auricular, enfermedad cardiovascular ni cáncer al comienzo del estudio.
Estas mujeres fueron seguidas durante 1993-2013 por fibrilación auricular y malignidad en el Women’s Health Study (WHS), un ensayo clínico aleatorizado de ácido acetilsalicílico (aspirina) y vitamina E para la prevención de la enfermedad cardiovascular y del tumor.
Durante el seguimiento, se encontraron FA de nueva aparición y malignidad en 1467 (4,2 %) y 5130 (14,8 %) participantes, respectivamente.
La edad inicial media de las mujeres que desarrollaron fibrilación auricular y cáncer durante el seguimiento fue de 58 y 55 años, respectivamente.
El análisis indicó que la fibrilación auricular de nueva aparición era un factor de riesgo significativo para el diagnóstico de cáncer posterior, incluso después del ajuste de varios factores.
El aumento relativo en el riesgo fue más alto dentro de los 3 meses posteriores a la fibrilación auricular de nueva aparición, pero los aumentos más pequeños en el riesgo persistieron a largo plazo y se observó una tendencia hacia un mayor riesgo de mortalidad por cáncer.
De los subtipos de tumores examinados, la fibrilación auricular se asoció más fuertemente con el cáncer de colon.
Por el contrario, entre las mujeres con cáncer de nueva aparición, el riesgo de fibrilación auricular solo aumentó dentro de los primeros 3 meses, pero no después.
Se necesitan estudios futuros para evaluar los mecanismos que subyacen a esta asociación. ()
Fuente: JAMA Cardiología 2016
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