Un metanálisis mostró que se deben hacer todos los esfuerzos preoperatorios para minimizar el riesgo de insuficiencia aórtica antes del reemplazo de válvula aórtica transcatéter (TAVR), también porque este fenómeno se correlaciona con una mayor mortalidad a largo plazo.
Para establecer el efecto de la regurgitación aórtica y su papel potencial en los resultados después de TAVR, se realizó una revisión sistemática de la literatura. Identificamos 45 estudios, publicados entre 2002 y 2012, con 12 926 pacientes.
Un total de 5.261 pacientes recibieron la válvula CoreValve (Medtronic) y 7.279 la válvula Edwards (Edwards Lifesciences).
La estimación global de insuficiencia aórtica de moderada a grave después de la TAVR fue del 11,7 %.
La regurgitación de moderada a grave fue más frecuente en los pacientes tratados con CoreValve (16 % frente a 9,1 %, p = 0,005).
La regurgitación de moderada a grave después de la TAVR se asoció con un aumento de la mortalidad a los 30 días (odds ratio, 2,95) y al año (hazard ratio, 2,27).
La regurgitación leve también se asoció con la mortalidad (HR = 1829), pero esta asociación no se mantuvo después del análisis de sensibilidad.
La profundidad de implantación, el tamaño insuficiente de la válvula y la puntuación de Agatston (r = 0,47, p = 0,001) se identificaron como predictores importantes.
Se ha informado que la insuficiencia aórtica moderada o grave después de la TAVR es común con ambas válvulas y se puede prevenir mediante mediciones precisas del anillo con ecocardiografía 3D y el tamaño adecuado de la válvula.
La colocación precisa de la válvula también puede reducir el riesgo de insuficiencia aórtica paravalvular. ()
Fuente: Revista del Colegio Americano de Cardiología, 2013